El autómata y el Emperador (una fábula sobre lo que importa)

Escribí este relato sin pretensiones como una fábula de mensaje y forma simples para felicitarles la Navidad a los compañeros del Master que yo estaba estudiando en 2002. Sinceramente, no hubo mucha respuesta, lo que me pudo llevar a pensar que habría sido más fácil reenviar un forward de los que suele circular en esa época, pero una sola persona de entre toda la clase, alguien que no me esperaba, con quien había tratado poco, me dio las gracias y me dijo que tras leerlo había decidido llamar a algunas personas importantes en su vida que tenía abandonadas. Y ya está, sólo por eso valió la pena. Esa es una de las muchas razones por las que me gusta escribir. Que lo disfrutéis.


El autómata y el Emperador (una fábula sobre lo que importa), por Carlos Sanmartín

Como cada semana, el emperador recibía en palacio a los sabios del reino que quisiesen hablar con él, pues era de espíritu curioso y gozaba de la discusión inteligente. En esta ocasión, uno de los sabios que solicitó una audiencia era un inventor.

Dijo éste:

- Mi señor, he venido a proponeros una solución para vuestros dolores de cabeza. Se trata de un autómata con aspecto humano que podría substituiros, de forma que vos pudieseis ocuparos de los asuntos importantes del reino, mientras el autómata asiste a los acontecimientos de obligada presencia, a las recepciones, a las quejas y tantos otros asuntos que os roban tiempo. Es para mi un honor ofrecéroslo.

- El placer es mío por recibir tan generosa oferta de algo que sin duda te habrá costado un gran esfuerzo...

- Gracias.

- ...pero me veo obligado a rechazarla. 

- ¿Cómo? Pero si todo el mundo sabe que tenéis mil y una ocupaciones y que váis corriendo a todas partes. Tiene que ser agotador y a la larga cansino.

- Verás, inventor, no necesito ningún sustituto para hacer lo que considero importante y satisfactorio, y menos aún, para reducirlo. Más al contrario, ojalá los dioses me dieran más años de vida para hacer más cosas y agudizasen mis sentidos para gozar todavía más de ella. Hago muchas cosas y disfruto tanto con ellas, que desearía poder hacer aún más. Todo lo que hago, inventor, forma parte de mi vida y no hay nada que sobre. Todo tiene para mi un pequeño espacio en mi corazón y en mi tiempo, de modo que procuro cuidarlo como se cuida al bonsái.

- Perdonad, mi señor, y sin ánimo de ofenderos, ¿pero qué tienen que ver los bonsáis? Son una simple afición para relajarse.

- Eso piensan algunos. Y no dudo que sea así. Pero también es más. ¿Has cuidado alguna vez uno?

- No, no tengo mucho tiempo libre...

- Precisamente, mi buen amigo, la cuestión va por ahí. Déjame que te explique. 

Con el bonsái se busca la armonía en un pequeño espacio. Esto se consigue dedicándole atención y cuidados precisos y continuos a cada una de las ramas por separado, porque la belleza y fortaleza de todas es imprescindible para su armonía conjunta. Sólo vigilando que todas crezcan y florezcan al mismo son, se puede conseguir un bonsái equilibrado y perfecto. 

Una rama puede ser tremendamente hermosa, pero si ésta tapa a las demás, el bonsái en su conjunto ya no es tan hermoso. Y del mismo modo, una vez que consigo esta armonía, debo preocuparme de mantenerla, lo que es todavía más difícil, pues podría quedarme demasiado tiempo embelesado en la contemplación de su perfección, mientras crece desmesuradamente una de las ramas o una plaga se inicia en otra. La belleza del conjunto está en su permanente equilibrio y la verás inequívocamente, porque al mirar ese bonsái uno se siente fascinado e infinitamente en calma. 

Y de este mismo modo cuido de las diversas facetas de mi vida, procurando dedicarle el tiempo necesario a cada una de ellas y disfrutando al máximo la atención que les brindo, lo cual no percibo como un sacrificio, sino como una mínima demostración de la importancia que tienen para mi. Puede ser que a veces haya una rama que requiere un esmero mayor, pero sé que esa rama más tarde acabará dando flores como las demás y me podré sentir orgulloso de ella.

- Majestad, no sin razón he oído hablar de vuestra sabiduría. Hace tiempo que me he empezado a dar cuenta de que mi vida está terriblemente resquebrajada. 

Llevo muchos años construyendo este autómata, dedicándole días y noches, sin descanso en invierno ni en verano, encerrándome en casa y rechazando ver a mis amigos por no encontrarle ninguna utilidad a ese tiempo, hasta que al final, poco a poco, me he ido quedando solo. 

Tenía la mirada tan fija sobre la mesa de mi taller, que no pude advertir lo que sucedía a mi alrededor. Y miradme ahora. Toda mi vida gira alrededor de esta máquina y de si es de vuestro agrado o no. 

Únicamente me fijé en las flores de una rama y ahora el resto se han marchitado de forma irremediable.

- Amigo mío, sin duda eres un genio, porque has destacado con enorme destreza en una faceta de tu vida, aunque, como bien has reconocido, olvidaste el resto de ellas. 

No pierdas lo que ya has conseguido, cuídalo, pero trabaja doblemente duro en lo que has descuidado, porque siempre estás a tiempo de recuperarlo y hacer que  esas ramas florezcan aún con más fuerza que si las hubieses atendido desde el principio. 

Y si sigues creyendo que un autómata podría ocupar tu lugar en alguna de tus tareas, es que estás haciendo algo mal. No descuides ninguna de ellas y disfruta haciéndolo, porque esa obra, es verdaderamente la obra de tu vida. 

Tu trabajo, tu familia, tu pareja, tus hijos, tus amigos, tus aficiones, tu intelecto, tu salud y muchas cosas más conforman las pinturas con las que coloreas tu vida. Son las ramas de tu bonsái. Muchas grandes personas nos han dejado impagables legados artísticos, pero dejaron una triste vida, porque no se dieron cuenta de que todo era uno: de que la felicidad reside en hacer de nuestra vida una obra de arte, y en hacerlo nosotros mismos. A esto se le llama el arte de vivir.


Moraleja:

Por mucho trabajo que tengas, por mucha pereza que te dé, nunca descuides la amistad ni ningún aspecto de tu vida, ni en navidades, ni en ninguna época del año, porque puede ser que para el invierno las flores ya se hayan marchitado.

En algunos momentos quizá te parecerá difícil o incluso imposible, pero si perseveras, al final podrás estar orgullos@ de tu obra.


19 de diciembre de 2002

Comentarios

  1. Amigo Carlos:
    Me parecen muy acertadas las metáforas de tu relato y estoy de acuerdo contigo: si olvidamos aspectos importantes en nuestra vida para focalizarnos en unos pocos que, a veces, ni siquiera son los que más nos llenan, estamos siguiendo un camino equivocado. Afortunadamente, siempre se está a tiempo de reflexionar y de cambiar los detalles de nuestra vida que no tienen valor verdadero ;-)
    ¡Hasta el próximo domingo!
    Beatriz Cabañas

    ResponderEliminar
  2. Una gran Fábula y completamente cierta.
    Desgraciadamente la gente tiende a obsesionarse en lo que considera importante y desatiendo lo demás. Algunas veces les sale bien la jugada y terminan consiguiendo el reconocimiento esperado. Otras, la suerte les gira la espalda y cuando se quieren dar cuenta estan solas.
    Espero que mi bonsai esté perfectamente equilibrado!

    Buen relato! :P

    ResponderEliminar
  3. Gracias a todos por opinar. El blog está yendo mejor de lo que esperaba:D

    Ciertamente, es fácil descuidar aspectos importantes de nuestra vida cuando nos focalizamos demasiado en un único gran objetivo. Pero en estos aciagos días de penuria económica también hay otro riesgo, y es el de encerrarse en uno mismo con la excusa de que todo lo que sea salir de casa supone gastar, o por la vergüenza de reconocer a los que nos conocen que estamos pasando por una mala situación económica, profesional o sentimental. Nos podemos poner muchas justificaciones, pero al final todas son excusas.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

El último rugido

Draconis Memoriae (Memòries de Drac)